Y de repente un silencio. Un silencio ensordecedor que lo inundó todo. Y todo era silencio. Y todo eran recuerdos. Y todo era viejo, pero al mismo tiempo nuevo...
La vida es como el equilibrista de circo. Cuando eres joven no te da miedo, coges la vara y hacia adelante. A comerte el mundo. Luego, conforme adquieres compromisos la vara pesa más, necesitas que el cable sea más grueso y que haya una red debajo. Pero eso lo haces a costa de renunciar a ciertas libertades y a alguno de tus sueños. Entonces tienes que llegar a un pacto. Un pacto entre lo que eres, lo que siempre has soñado ser y lo que realmente puedes llegar a ser.
Y de repente un silencio. Un silencio ensordecedor que lo inundó todo. Y todo era silencio. Y todo eran recuerdos. Y todo era viejo, pero al mismo tiempo nuevo...
Cuesta abajo y sin frenos. Así va la vida cuando a la vuelta de la esquina asoma la sombra del cinco. No lo negaré. Da algo de vértigo…
Todo pasa mi vida. Todo pasa mi amor. Y volverán las oscuras golondrinas como decía aquel poeta del corazón.
Avanza la tecnología, pasan los años y nos atropellan los cambios. Y los ritmos. Y los ciclos. Cada vez más cortos, cada vez más rápidos…
Como una mota de polvo en una estantería que acumula el paso del tiempo. Como una partícula ínfima a la que ilumina un rayo de sol en un día que nace ya viejo. Como la luz de un sueño que no raya en el mundo, pero existe...*.