Los
ojos al suelo y la mirada perdida. La espalda encorvada, el cuello vencido. Rodillas
dobladas, manos en tierra. Que nadie se atreva a levantar la cabeza…
La vida es como el equilibrista de circo. Cuando eres joven no te da miedo, coges la vara y hacia adelante. A comerte el mundo. Luego, conforme adquieres compromisos la vara pesa más, necesitas que el cable sea más grueso y que haya una red debajo. Pero eso lo haces a costa de renunciar a ciertas libertades y a alguno de tus sueños. Entonces tienes que llegar a un pacto. Un pacto entre lo que eres, lo que siempre has soñado ser y lo que realmente puedes llegar a ser.
sábado, 23 de agosto de 2014
jueves, 7 de agosto de 2014
la victoria lenta
Soy un vencedor lento. Eso creo. O eso quiero creer para que al menos me sirva de consuelo cuando veo como -aparentemente- algunas oportunidades se escapan...
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