martes, 27 de mayo de 2025

calendario

Hay días que arrancan normales, rutinarios, vacíos, como un pan sin sal… y te acaban cambiando la vida. Para bien, para mal. Para siempre...

Con los años se te acumulan los días señalados, -algunos más obvios, otros no tanto- guardados en el cajón de los secretos olvidados. De cuando eras más joven -de cuando eras más tierno- y todavía te quedaban sueños. 




Con los años, también, el calendario se va actualizando y va alterando su orden en la escala emocional, esa que te remueve cuando haces porque el mundo baje el ritmo y frene -aunque solo sea un peldaño- para recuperar algo de aire. 

Por eso nos llenamos los otros días de cosas insustanciales. Para no pensar, ni plantearnos si quiera, que pasó aquel día, qué hubiera pasado.

Y el calendario ya no vuelve a ser el mismo. Con cada giro al sol, un pequeño vértigo se despierta cuando se acerca la hoja y el día señalado. Vértigo que el mundo pare y no estar donde quieres estar. 

Vértigo que el mundo se acabe y haberlo dejado escapar. Vértigo de darte cuenta que el calendario ya no es igual. Vértigo de comprobar que ese día vuelve a ser un día normal.



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