Como una mota de polvo en una estantería que acumula el paso del tiempo. Como una partícula ínfima a la que ilumina un rayo de sol en un día que nace ya viejo. Como la luz de un sueño que no raya en el mundo, pero existe...*.
Como un mueble antiguo que ya no sirve, y que tras años de golpes,
desgaste y arañazos ni siquiera se resiste a abandonar el comedor.
Resignado. Ahora toca trastero.
Como esa foto antigua que nadie recuerda y se perdió en la memoria. Quien sabe si realmente fue hecha.
Como un verano frío o un invierno demasiado cálido. Como una estación de
paso que descuenta las hojas en un calendario de otro año.
Como un yogurt de buena apariencia, pero caducado.
Como un árbol maduro, con el tronco hueco, esperando esa ráfaga de
viento que venza definitivamente su esfuerzo.
Como un coche que se acurruca y ya guarda silencio en un desguace.
Como un ciervo que observa en la distancia la mira del rifle que lo
convertirá en trofeo.
Invisible. En el tránsito a ser solo un recuerdo.
*De Luis García Montero
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