sábado, 6 de junio de 2015

un tiempo de silencio

Hace un tiempo que ya no acabo. No puedo, por mucho que me esfuerzo. Y me quedo a mitad, insatisfecho, frustrado con las hojas incompletas y los dedos inquietos... 

Hace días, semanas y meses que no lo consigo. Y no me queda más que batirme en retirada, en avergonzado sigilo antes de que me venza el invierno, y la pereza me gane también esta batalla. 

Dicen que son los años, la falta de ganas o la falta de tiempo. El tiempo. Ese tiempo que tan pronto echas de más, y tan pronto echas de menos. Ahora -por suerte- ya no tengo. Trabajo sobre trabajo -al menos cobrando, que ya es algo-.


Hace días, semanas, meses que no llego al final. Y me siento confundido y con dudas: si siempre pude, ¿por qué no ahora? No pude con Kapucinski y su "Ébano" de diminuta letra; no pude con "Rayuela" -al tercer intento- y me perdí en alguna parte del sambori invisible que teje Cortázar con la Maga. Y no pude ni siquiera con Estellés y su "animal de records". Doble delito, doble vergüenza compartiendo calles y paseos con mi paisano. Lo devolví casi a escondidas en la biblioteca. Que nadie sepa que yo ya no puedo. 

Me quedo sin el placer de un buen libro. Y me quedo sin argumentos. No escribo porque no leo. Y si no leo… no existimos -no existo-. No leo, no escribo, no pienso, no siento, no vivo. Esa es la secuencia. Necesito resetear algunos caminos. 

Seguiremos caminando, eso sí, -con o sin red- aunque de momento en silencio. Al menos por un tiempo. Hasta que me muerda los labios, hasta que me sangren los nervios. Silencio. 


PD: Leí algo -hace poco, aprovechando un descanso-, al maestro Galeano. "Amares", antología de relatos cortos y crudos -tan pocas letras y tanto sentido- directos a la conciencia. Y pienso. Igual un día me atrevo.


"Pensé que conocía unas cuantas historias buenas para contar a los demás, y descubrí, o confirmé que escribir era lo mío. Muchas veces había llegado a convencerme de que este oficio solitario no valía la pena si uno lo comparaba, pongamos por caso, con la militancia o la aventura. Había escrito y publicado mucho, pero me habían faltado huevos para llegar al fondo de mí y abrirme del todo y darme. Escribir era peligroso, como hacer el amor cuando se lo hace como debe ser"
  
Eduardo Galeano 
"Las huellas digitales" 

No hay comentarios:

Publicar un comentario