jueves, 14 de febrero de 2013

querer con eco

El eco tiene un punto mágico. Gritar y recibir el sonido de tu voz con dos segundos de retardo. De niño lo disfrutas y juegas, y en cada cima, gritas, esperando que llegue a tu encuentro. “Holaaaa… ecoooo…!”. Y cuanto más firme, más intenso... 

De mayores también buscamos el eco. Otro eco. Lo cuenta Mario Benedetti en su novela “La tregua”. Habla de querer con eco, con repercusión. De querer con retorno. De querer con besos. De un querer sincero. 



Para encontrar este eco has de gritar y gritar con denuedo. Y no desesperar. Porque la respuesta no siempre corresponde a tu esfuerzo. A veces por falta de espacio y a veces por falta de tiempo. A veces porque resuena ligero -casi imperceptible- a lo lejos. A veces no llega ni al suelo. A veces atruena en tu pecho y sientes que vives un sueño!. A veces te da hasta miedo. A veces llega cansado, y a veces lo das por hecho. A veces es doloroso y a veces, es embustero, como cuando tú le das calor y sólo te devuelve hielo. A veces es caprichoso y a veces le exiges respeto. Y a veces, se agota y se apaga, y ves como avanza el desierto. Aunque, no deja de ser sólo un juego, y “holaaaaa…!!!” gritas de nuevo, buscando y buscando tu eco.
  
Y cuando quieres con eco, sientes que alcanzas la tregua. Pero la tregua no es la meta. Ahora, el reto, es que el eco sea eterno.



"Desde mañana y hasta el día de mi muerte, 
el tiempo estará a mis órdenes. 
Después de tanta espera, esto es el ocio. 
¿Qué haré con él?"

"La tregua", Mario Benedetti.




"Me equivocaría otra vez" Fito y Fitipaldis

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