Todos
necesitamos un ancla. Algo que nos sujete, firme, a la tierra y nos impida ir a la
deriva en este océano infinito que nos envuelve y nos rodea. Un punto al que
aferrarnos y poder sobrevivir cuando suba la marea. Una referencia. Un lugar
donde volver y sentirnos seguros - y poder tocar
mare, que decimos en Valencia-. Un lugar. Un ancla. Unas llaves. Un
recuerdo, todo vale...
En algunos países de Sudamérica se
llama “llaves” a los amigos. A los de verdad. A los de siempre. Lo cuenta Eduardo Galeano
en “El libro de los abrazos”. Y dice también Galeano que le contó Benedetti que
“las llaves” le salvaron la vida en la dictadura Argentina. Las llaves de las
casas de los amigos donde acudía cuando lo perseguían para desaparecerlo.
Ahora
vivimos otro tipo de dictadura -económica más que política-. Más moderna, pero con algunos métodos como los de antes, como las propuestas de delación de la ministra Fátima Báñez. Y de nuevo “las llaves”
vuelven a ser importantes. Ahora ya no
vienen a desaparecernos sino a desahuciarnos. Más de 400.000 familias a la
calle en 6 años en esta España del siglo XXI. Es inevitable pensar qué hacer si
te toca -porque cualquiera con hipoteca y trabajo precario está amenazado-. Dónde
ir, dónde llamar. Y de qué puertas tienes llave.
No sé cuantas “llaves” tengo. No
las cuento.
Prefiero pensar que simplemente las tengo. Prefiero pensar que los tengo.
Aunque a veces los descuido, aunque a veces los mantengo a una prudente distancia
emocional. Sé que están y con eso me basta. Aunque no nos veamos en semanas,
meses o años. Sé que saben cuando vivo y cuando disfruto. Sé que saben cuando sufro y cuando
lloro. Y sé que están. Sé que saben que también me preocupan, aunque no siempre
lo exprese. Ahora aprovecho. Va por vosotros, mis llaves. Tenéis abiertas mis puertas.
"En los suburbios de La Habana, llaman al amigo mi tierra o mi sangre. En Caracas, el amigo es mi pana o mi llave: pana por panadería, la fuente del buen pan para las hambres del alma, y llave por…
- Llave, por llave – me dice Mario Benedetti.
Y me cuenta que cuando vivía en Buenos Aires, en los tiempos del terror él llevaba cinco llaves ajenas a su llavero: cinco llaves, de cinco casas, de cinco amigos: las llaves que lo salvaron"
Eduardo Galeano (El libro de los abrazos)
Hola Gon. No digo nada más.
ResponderEliminarNo hace falta. Al llavero.
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