miércoles, 13 de marzo de 2013

…y tiro porque ya me toca

No es fácil esperar tu turno. Dominar los nervios para actuar en el momento oportuno. Contener la rabia en este mundo desquiciado y absurdo. Escoger el camino por el que andar más seguro. Saber leer las estrellas cuando el cielo está negro, obscuro, mientras deambulas sin rumbo, entre perdido y confuso...

El turno casi nunca llega cuando lo necesitas. Ni en la vida, ni en el juego. El de La Oca, por ejemplo. Es curioso el Juego de La Oca. Hay quien dice que es un remedo del Camino de Santiago, con sus etapas, sus posadas y sus pasos elevados. Con sus peregrinos y sus paisanos. Con sus trampas y sus enigmas templarios. Caminas de oca en oca, entre puentes, pozos y ríos, entre corrientes y arroyos, sorteando emboscadas y laberintos. Avanzas y retrocedes, a veces según la suerte, a veces según tu instinto. A veces rápidamente y a veces con imprevistos. Como cuando aparece la muerte en medio de un precipicio y toca empezar de cero. Y nunca llega rápido el turno para iniciar de nuevo el camino.  


Lo malo del juego es que aunque divierte, agota. Y me cansé de ir siempre de oca en oca. De las posadas, de los puentes y de dejar que me lleve la corriente. Me cansé de los dados, del destino y del infortunio. Y de esperar mi turno, perdido en el laberinto. 

Ahora tiro yo, porque ahora ya me toca. Me toca escrutar el camino y diseñar mis atajos. Dejar a un lado los dados y ver donde oriento mis pasos, con la mochila en la espalda y el corazón desgastado. Y no echar la vista atrás más que para observar, borroso, aquel banco: sucio, vacío, desamparado; donde esperaba mi turno, sentado, mientras hablaba de libros, canciones, cuentos y poemas inventados. 


PD: Cuando vas hacia Santiago, hay un deseo sincero que une a los peregrinos: “Ultreya. Buen camino”. Eso espero. Eso elijo. 

"Nadie encuentra su camino si haberse perdido algunas veces"

"- Este juego es uno de los favoritos de los peregrinos a Compostela. Se llama La Oca y consiste en lanzar los dados y avanzar tantas casillas como puntos se obtengan (...) El objetivo del juego es llegar el primero a la última casilla, pero el hecho de que alguien llegue antes que tú no significa que tú hayas terminado. Tienes que hacer tu propio camino, enfrentarte a las dificultades y superarlas antes de alcanzar el Paraíso (...) Ganar no es lo que importa. Lo que cuenta es la perseverancia y llegar hasta el final (...)
- ¿Y si caigo en esta casilla de la calavera? 
- La casilla 58 es la muerte, pero tanto en el juego como fuera de él, la muerte no es el final. Si caes en ella simplemente retrocedes a la número 1 y vuelves a empezar (...) Vos, don Galcerán, ya habéis alcanzado la meta, habéis recorrido el camino de la manera más rápida posible. Meditad sobre ello. Ahora me toca a mí"
Conversación entre Jonás, Galcerán de Born y Nadie en "Iacobus", de Matilde Asensi

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