las crisis provocadas

Debe ser una de las palabras más odiada en España. Crisis. Maldita crisis. O puta crisis directamente. La crisis, decimos, así con el artículo delante. Y la convertimos en objeto de nuestras iras, en la culpable de todo, como si detrás de ella no existieran personas responsables. Lo más preocupante es que son crisis provocadas...

Vivimos en un sistema económico que tiene la crisis como necesidad. Ya lo predijo Kondratiev, a finales del siglo XIX. Y con los ciclos y las ondas de corta y larga duración de este economista ruso nos hemos ido conformando hasta ahora. Como si fuera una explicación suficiente. Díselo al que se ha quedado sin casa.

La economía y la macroeconomía no es tan sencilla dirán los expertos. Los mercados – otro concepto etéreo como la crisis – son los que nos rigen, por encima de la voluntad de los Gobiernos. El capitalismo y el libre mercado es el mejor de los sistemas, nos repiten. 

Un sistema perverso en todo caso, en el que no hay lugar para todos. Las cuentas son claras: el mundo tiene un Producto Interior Bruto global de 47’6 billones de euros (según datos del Banco Mundial en noviembre de 2012) pero en circulación, en dinero real en papel y moneda, sólo hay 3 billones. 

Es un sistema perverso, injusto y suicida. Un juego macabro en el que desde el inicio de la partida ya sabemos que no hay dinero suficiente para cubrir todas las operaciones anotadas. Y donde no hay dinero real, hay especulación. Los mercados eligen en cada momento donde depositan su capital. 

En España ahora no hay dinero físico. No somos un negocio rentable. Su dinero lo han trasladado a Brasil, a Asia o a cualquier lugar del planeta que disfruta de momento de las ventajas del préstamo fácil y el capital fresco que genera actividad, comercio y una cierta prosperidad. Hasta que los mercados quieran, se lleven su dinero y les dejen atrapados. Es un juego macabro este de provocar crisis. ¿De verdad no hay alternativa? ¿Hasta cuando les vamos a dejar que sigan jugando?