lunes, 17 de marzo de 2014

alma, corazón y orgullo


A la vida hay que echarle valor. Y no arrugarse cuando te vienen mal dadas. No hay que ponérselo tan fácil al destino -a veces cruel, a veces distinto del imaginado-. Tampoco hay que ponérselo tan fácil a quienes prefieren tenerte postergado y con la mirada perdida. Nada de eso. Hay que ponerle alma. Alma, corazón y orgullo...
Hace falta orgullo, pero bien entendido. No el orgullo excesivo de quien observa desafiante por encima del hombro -por encima de todo-, con aire de suficiencia. Orgullo de ser quién eres y de lo que has hecho, aunque a veces te hayan tratado como a un perro. Orgullo de donde vienes. Orgullo por lo que tienes y por lo que has conseguido. Orgullo para mirar a todo el mundo de frente, sabiendo también ser humilde, sabiendo también ser humano, simplemente. 

Orgullo es también el título de uno de los relatos cortos que Alice Munro ha reunido en "Mi vida querida". Es intrigante como escribe la Premio Nobel. Nunca sabes cómo van a acabar sus relatos. Nunca sabes, en verdad, cómo va a acabar la vida. 


www.megustaleer.com

También hay que ponerle corazón. Aunque a veces duela. Aunque no te responda. Aunque no siempre haya eco. El corazón, mejor compartido -que no partido-, pero llegado el caso, conviene (ex)ponerlo de todos modos, aunque no haya red. Es grande el riesgo, pero es más grande la ganancia.

Y Alma. Hay que poner alma. Esa era la receta que daba Cossío -Manuel Bartolomé Cossío- a una joven aragonesa que se introducía en los caminos de la Institución Libre de Enseñanza, aquel movimiento pedagógico de principios de siglo XX que, especialmente en la España de la II República, soñaba con cambiar el destino de nuestra historia. María Sánchez Arbós era el nombre completo de esta maestra de Huesca, una de "Las maestras de la República" que ahora ha recuperado el documental que ganó recientemente el Goya. 

Lo vi hace unos días en un acto que organizó "Republicanos de Rocafort", asociación que me encargó el cartel de la proyección. Al ver el documental entiendes el admirable esfuerzo que hicieron esos maestros y maestras por transformar un país anclado en una incultura y en unas desigualdades que ahora amenazan con volver -curiosa la rueda en la que nos movemos-. Lo hicieron todo a base de entrega, de esfuerzo, de kilómetros -en burro si hacia falta- y de penurias varias. Y a base de ponerle alma -y no de querer apropiarse de las almas como hicieron buena parte los que vinieron después-.



Hay que extraer lecciones de la vida y de la historia. Y no darse por vencido. Y no bajar la cabeza. Así que para lo que viene: Alma, corazón y orgullo. Como decía Cossío: "Alma, María, alma".



“En mi continuo contacto con la Institución aprendí más que enseñé dando clases desde párvulos hasta mayores; asistí a las colonias infantiles en verano y me vi siempre rodeada de sinceridad y de ánimos para la lucha. Aún me parece oír la dulcísima voz del señor Cossío, diciéndome: “Alma, alma, María”, en los momentos de desánimo de mi trabajo” 

 "Recuerdos de una maestra", María Sánchez Arbós.

No hay comentarios:

Publicar un comentario