miércoles, 8 de enero de 2014

el buen combate


A veces me duelen los sueños. Los que se marcharon, los que ya no tengo. Los que ya no encuentro más que escondidos en algún viejo cuaderno, esperando a que les quite el polvo. Esperando...

Los sueños se van desgastando con los pasos y con los andares. Con los amores y con los desengaños. Con los deseos insatisfechos. Con las frustraciones y con los momentos que dejamos pasar de largo. Con los años que vuelan y vuelan -quan rápido-. Esperando.

Jugamos a hacernos mayores y a olvidarlos -con la rutina, con el trabajo, con la hipoteca, con los cansancios, con los bostezos… o con cualquier otra excusa banal-. Abrimos carpetas vacías, depositamos esperanzas vacías y allí los archivamos. Sueños vacíos. Sueños olvidados. Vidas vacías.

Duelen aún más los sueños que todavía esperan su turno. Que de vez en cuando llaman a la puerta a ver si esta vez te atreves -y dejas de ser cobarde-. Esos sueños que casi te imploran para que des el paso adelante -!despierta!-. Y se marchan -tristes, cabizbajos- cuando respondes con voz trémula, entre gris y avergonzada: “No sé, hoy no. Tal vez mañana…”. Mañana. Esperando.  

Esperando al Buen Combate. Según explica Paulo Coelho en "El Peregrino de Compostela", el Buen Combate es aquel que entablamos en nombre de nuestros sueños. “El hombre nunca puede cesar de soñar. El sueño es el alimento del alma, como la comida es del cuerpo (…). El Buen Combate es aquel emprendido porque nuestro corazón lo exige”.




Porque nuestra vida lo exige -y lo necesita-, diría yo. Para escapar a tanto humo gris y a tanto cemento. Para escapar a tanta resignación y a tanta nube espesa, a tanto desierto vital que no nos deja ver que nos vamos perdiendo por dentro. “Cuando renunciamos a nuestros sueños y encontramos la paz, tenemos un pequeño periodo de tranquilidad. Pero los sueños muertos comienzan a pudrirse dentro de nosotros e infectan el ambiente en que vivimos” sigue Coelho. Muertos. Vacíos. Mañana. Esperando.  

A veces me duelen los sueños. También los que me han robado. Con malas artes. A golpes, a gritos y a patadas. En silencio, otros, por la espalda, con la coartada que da la apariencia legal y la corbata.

Y aquí andamos ahora, en el suelo, apaleados. Lamiendo heridas y viejos desengaños. Recogiendo fuerzas y abrazos para que llegue el día y poder decir bien alto: “De hoy no pasa. Hoy me atrevo”.




“El primer síntoma de que estamos matando nuestros sueños es la falta de tiempo. Las personas más ocupadas que he conocido en la vida siempre tenían tiempo para todo. Las que nada hacían están siempre cansadas, no conseguían realizar el poco trabajo que tenían y se quejaban constantemente de que el día era demasiado corto.  En verdad, tenían miedo de enfrentarse al Buen Combate (…)   
El segundo síntoma de la muerte de nuestros sueños son las certezas. Porque no queremos considerar la vida como una gran aventura para ser vivida. Nunca notamos la alegría, la inmensa alegría que está en el corazón de quien está luchando, porque para ellos no importan ni la victoria ni la derrota, importa solo participar en el Buen Combate (…) 
El tercer síntoma de la muerte de nuestros sueños es la paz. La vida pasa a ser una tarde de domingo, sin pedirnos cosas importantes y sin exigirnos más de lo que queremos dar. Creemos que ya estamos maduros, abandonamos las fantasías de la infancia y conseguimos realizarnos personal y profesionalmente (…) pero en verdad, en lo íntimo de nuestro corazón sabemos que lo que ocurrió fue que renunciamos a luchar por nuestros sueños, a entablar el Buen Combate”.
El Peregrino de Compostela. Paulo Coelho




2 comentarios:

  1. Patà al cul, i espenta!
    Cuan vols que te la pegue?

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    1. Crec que és més una cosa individual. Cada persona ha de pensar si està fent front a "El Buen Combate" o si està amagant els seus somnis. I replantejar-s'ho de tant en tant.

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