lunes, 20 de enero de 2014

descompre(n)sión


Hay noches en que me falta el aire. Despierto en mitad de una inspiración infinita que nunca acaba -y no sé si quiero que acabe-…

Me falta el aire como al buceador que finaliza la apnea y regresa, exhausto, a la tierra, exprimiendo las últimas fuerzas. Como el alpinista inexperto que mide mal la montaña y debe dosificar el oxígeno de la botella. Como el pez que boquea, nervioso, después de morder el anzuelo, y asume -en ese momento- la trampa irreparable. Demasiado tarde.

Cada vez somos más los que lamentamos haber tragado el anzuelo. Y a los que nos falta el aire -el dinero, la hipoteca, el trabajo, la moral, la ética, la conciencia, la vergüenza, quién sabe-. Y boqueamos, desesperados, con la mirada perdida -conscientes ahora del engaño-, esperando un milagro que no ha de llegar, mientras la punta de acero rasga nuestra garganta y cierra el paso del aire que ya no llega. Y tampoco ha de llegar. De momento.  

No consigo acostumbrarme a esta hipoxia involuntaria, a este clímax no deseado, a este placer doloroso de cobrar por no hacer nada. Así nos tienen a la fuerza a unos cuantos después del cierre de RTVV. Y no acierto a explicarlo a quien, ajeno al proceso, nos tiene una cierta envidia: “Joder, qué suerte. Disfruta!”. Y siento vergüenza –también ajena-. Y me siento hasta culpable porque más que disfrutar, se sufre. Y me juzgo más inútil por no aprovechar el tiempo. Un tiempo que no has pedido. Un tiempo que no volverá. Doble dolor. Doble pena.

“Cómo se te va a ocurrir que tu infierno pueda ser quedarte fuera de la maldición de Yahvé. No podrás ganarte el pan con el sudor de tu frente. Un pliegue diabólico e inesperado” reflexiona Rafael Chirbes en su última novela. Y sigue. “Descubres la irritante placidez de las mañanas sin despertador, el día como una pradera que se extiende hasta el horizonte, tiempo sin márgenes…”. Tiempo sin márgenes. Sociedad sin márgenes la que hemos tenido –y permitido- y la que describe Chirbes en En la orilla”. Retrato de los excesos y de la decadencia de nuestra tierra. Y de la descompresión colectiva a la que nos obliga ahora -a unos más que a otros- esta ingrata e incómoda penitencia.



Descompresión también individual hasta adaptarme al nuevo medio. Al nuevo tiempo. Como el buzo que acaba la apnea y registra de nuevo en su cuerpo la respiración nasal, la gravedad, el peso. Y necesita unos minutos para recuperar la conciencia de sus pulmones, del riego sanguíneo, de los músculos, de los huesos. Descompresión temporal, no es más que eso. Sé que hay ahogos bastante peores. 

Descompresión y descomprensión. Porque aún no sé por qué, ni cómo tengo que hacerlo. Sé quién me obliga. Eso sí que lo recuerdo.

A veces me falta el aire. Y el que queda, me parece irrespirable.


www.valenciaenbici.org



Algunas frases más de Rafael Chirbes en "En la Orilla"


“Soy el propietario de mis carencias. Mi única propiedad es lo que me falta. Lo que no soy capaz de alcanzar, lo que he perdido, eso es lo que tengo, lo que de verdad es mío, ése es el vació que soy”
“La felicidad la sientes cuando piensas que va a llegarte, la presientes, luego resulta que pasa de largo, se te escapa, ya no está”.  
“Todo pasa. No hay mal que cien años dure, cuando te venga una desgracia piensa que las cosas no vienen para quedarse, pasan, la vida es eso, nacer y morir, pasar y pasar”
 “Suele ocurrir, le pasa a mucha gente: cree vivir una situación provisional y lo que está es simplemente viviendo su vida, la que le ha caído o la que se ha buscado”
“Uno tiende a pensar que la verdad de las personas aparece en los momentos decisivos, en el filo, cuando se bordean los límites. El momento de héroes y santos. Y, mira por dónde, en esos momentos el comportamiento humano no suele resultar ni ejemplar ni estimulante”
“Solo cuando estás en la ruina descubres que hay que comer todos los días”
"Hace siglos que sabemos que no hay rico que sea generoso, los generosos encallan en el estadio previo a la riqueza, bracean, hacen señales en dirección a la costa durante un tiempo, y a continuación, se ahogan"
"El hombre no es nada que no sea la conciencia que tiene de sí mismo (…) Hombre es solo el que piensa"  “El tiempo nos domestica a todos, nos tranquiliza, nos seda, nos acuna suavemente hasta que nos duerme”

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