No
basta con ganar, hay que humillar. No basta con derrotar, hay que aniquilar las
esperanzas -también los sueños, también los deseos-. No basta con llevar a la
ruina económica a miles y miles de personas, hay que acabar también con su
dignidad. Hay que demostrar quien manda, anular la autoestima. Que nadie dude
que no somos iguales. Hay que invalidar esa incómoda utopía…
Como en las grandes guerras, la batalla
es también anímica, aunque no nos caen panfletos del cielo como ocurría en la II Guerra
Mundial cuando alemanes o ingleses trataban de desmoralizar al enemigo. Ahora
son otro tipo de mensajes, indirectos, subliminales.
De
un tiempo a esta parte se ha convertido en
icono la figura del emprendedor, el hombre –o mujer- hecho a sí mismo. Aquel
que tiene una idea y la explota. Aquel que se reinventa en tiempos de crisis,
de quien sabe como salir y sale. Y se nos insiste: “Emprende, emprende,
emprende, ese es el camino!. Emprende arriesga y gana!, Emprende, emprende,
emprende. Emprende, arriesga y sé valiente!”. Y se magnifican los éxitos –en la
televisión, en las redes y en los medios- para confrontar y avergonzar a quienes
no son capaces de hacerlo.
“Es por tu culpa, imbécil” viene a decirnos ese
mensaje subliminal, ese gota a gota de éxitos individuales. Es por tu culpa si
no tienes trabajo, es por tu culpa que no sabes, que no te has formado, que no
emprendes, que no te atreves. Si no aciertas a desenredar la maraña, si estás
en la miseria, si estás desesperado es por tu culpa. No porque falle el sistema,
no porque nos rigen mal los mercados, no porque no cumple el Estado –ahora subo
impuestos, ahora bajo salarios, ahora recorto derechos, ahora te impido protestar porque soy autoritario-.
“Mira como otros sí lo hacen, fracasado”. Y
se magnifican los éxitos. Y se
silencian los errores de quienes también lo intentan poniendo todo su
empeño, apostando ahorros y medios, perdiendo todo el dinero. Cayendo más hondo, -cayendo-.
edisonpalacio.webnode.es
Es cierto que hay casos de emprendedores extraordinarios. Pero no
dejan de ser sólo eso: extra-ordinarios. Una excepción que se quiere convertir a la fuerza en norma. Y
así, sin más, liberamos al capital y trasladamos casi todo el riesgo al trabajo,
al autoempleo, rompiendo el equilibrio necesario.
"Es
por tu culpa, imbécil!" insisten. Pero yo
reniego. Le doy la vuelta a esa frase, y se la aplico a aquellos
encorbatados con poder de decisión que asumen sueldos, dietas y complementos
pero no responsabilidades. Aquí el mensaje no es subliminal, aquí el mensaje es
bien claro, directo: Cuando hay 6 millones de parados, también es por tu culpa,
imbécil! Cuando alguien se queda en la calle, cuando miles de jóvenes se
marchan de España no es por gusto, es por vuestra culpa, imbéciles! Cuando
alguien se suicida porque le quitan la casa, es por tu culpa, imbécil!
El
fracaso lleva escrito vuestros nombres en sus manos. Dejad de miraros en el
espejo!! Haced algo!!
Fantàstic aquest desenmascarament d'aquells que volen fer-nos creure que la culpa és nostra. És mentida. Estic amb tu.
ResponderEliminarGràcies Sergi pel comentari. No es tracta de no assumir la part de responsabilitat individual que cadasqú ha de tindre de la seua vida, però ja hi ha prou de traslladar-nos el missatge que ens mereixem el que ens passa i que és culpa nostra. Gràcies amic.
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