martes, 15 de octubre de 2013

compartir las miserias


Cuando vienen mal dadas es cuando de verdad se ve como eres. Como somos. Como respondes, como sientes, como defiendes lo que tienes. Como atacas -como arañas si hace falta-. Como compartes, como entregas, como ayudas. O como engañas, como difamas y como abarcas como un sátrapa...

Ando todavía en estado de shock por una conversación de esas a priori banales que mantenemos cada día. Tropecé hace poco con un conocido a quien le pregunté por su puesto de trabajo. Es empleado de una empresa pública sometida a un proceso de ERE –supongo que injusto como casi todos-. Se le notaba molesto: le iban a bajar el sueldo. A cambio, iban a ‘salvar’ del despido a unos 20 compañeros, muy a pesar suyo entiendo: “Las miserias no se comparten” me dijo seco. 

“Las miserias no se comparten…” que traducido viene a ser algo así como “que se jodan los que se van a la calle pero a mí que no me toquen el salario”.  Y yo me quedé pensando, incrédulo. Y él quedó ufano, serio, con el rictus impasible de alguien acostumbrado a los privilegios. De alguien confiado en que su anclaje es bien firme -por los siglos de los siglos-, eterno.   

Las miserias nos retratan y sacan lo peor y lo mejor de cada uno de nosotros. Instinto de supervivencia dicen unos. Ausencia de alma dicen otros.

Me desespera ver como en esta época de miseria equivocamos la batalla. Como malgastamos nuestras fuerzas en debates estériles y como nos confundimos con los acentos. Como ahora, por ejemplo, con los balances fiscales y la financiación territorial. Ahí andamos, arañándonos por unos euros, calculando presupuestos, con argumentos esquivos envueltos en banderas. Y dejando de lado otras cuentas que son las que deberíamos hacernos: en España viven más de 3 millones de personas en la miseria, según anunció Cáritas el otro día -con menos de 307 euros al mes-. Por el contrario cada vez hay más ricos. En 2013 47.000 millonarios nuevos, según un informe de Credit Suisse. Que no solo pase en España no es consuelo. Esta es la crisis donde, efectivamente, “las miserias no se comparten”.

Las miserias son para el pueblo. Las miserias del hambre. Las miserias que para algunos “no se comparten”. Esos que sufren de otras miserias, las del espíritu y las del alma, bastante peores que las del bolsillo.

De esas, de esos, espero no encontrarme much@s por el camino.  


                                                 pejaroma - nomadas.abc.es

6 comentarios:

  1. De esos buitres hay muchos, el ejemplo claro fue Andrea Fabra con su ya célebre frase "que se jodan", y a esta mamarracha la votan millones de ciudadanos, así que cuenta y ya me dices si te cruzas con alguno.

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    1. Es inevitable cruzarse con alguno por el camino. Ahora, cuanto más lejos, mejor.

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  2. Las miserias no se comparten y la riqueza tampoco. Es la piedra de toque del sistema. Pero es cierto que lo que más entristece es la falta de solidaridad y compañerismo entre iguales, precisamente porque la pérdida de referente, de identificación de clase se diluye inexorablemente.

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    1. Hola Diego, gracias por el comentario. Es triste pero es así. Hace tiempo que dejamos de ser compañeros en el sentido más básico de la palabra: "los que comparten el pan". Ahora cada uno con su pan. Y que no te lo quite nadie. Aunque el otro se muera de hambre. A ver si aprendemos de una vez.

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  3. Estoy convencido de que podrías mantener una conversación similar en sentido contrario, que en este país si que se tiene empatia, que hay mucha gente que ayuda a los demás y accede a ayudar a sus compañeros. Gon, creo que falta un comentario sobre esas muchas personas que actuarían o ya actuan diferente.

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    1. Sé que la gran mayoría de personas no piensa así. Precisamente por eso me dejó en estado de shock y me llamó tanto la atención ese razonamiento en una persona que además sé que tiene la vida resuelta y no tiene problemas económicos. A veces la excepción es la noticia. Espero que este sea el caso.

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