A
veces me canso de mirar a los ojos y no ver nada. O no saber verlo. De
deambular perdido mirando hacia el suelo; mirando hacia el móvil o mirándome el
ombligo –que viene a ser lo mismo-. A veces descubro que en realidad no
observo, solo aprecio, rápido, mi reflejo. Y no sé quien eres. Y no sé quien
soy. Y no sé quienes somos...
Estamos rodeados de falsos
conocidos y de falsos extraños. De caras familiares y corazones ocultos, de gestos
cotidianos y de dramas obscuros, de preguntas mecánicas y conversaciones vanas, de miradas huidizas y miradas opacas, de convenciones absurdas y prisas
vulgares. De excusas, de comodidad, de falta de ganas. Estamos encerrados en un
proyecto de vida que no cumple las expectativas. Y no puede cumplirlas.
Demasiados objetivos, demasiados números, demasiados cálculos. Demasiado tiempo perdido en el espejo.
Y
no sé quien eres. Y no sé quienes somos. Y no sé quien me rodea, o si quien me
rodea finge y en realidad es otra persona. Como Renée Michel, aquella portera de “La elegancia del erizo” que escondía
su afición a la pintura y la literatura rusa. Ocultaba su esencia bajo el
estereotipo de mujer desgraciada inculta, antipática, servil, resignada a aguantar las
ofensas, las desidias de los otros vecinos. “Cuan rápido sacamos conclusiones por la
apariencia y la posición, sobre la inteligencia de los demás…” dice Muriel Barbery en ese libro.
“La señora Michel tiene la elegancia del erizo: por fuera está cubierta de púas, una verdadera fortaleza, pero intuyo que por dentro, tiene el mismo refinamiento sencillo de los erizos, que son animalitos falsamente indolentes, tremendamente solitarios y terriblemente elegantes”
A
veces lo pienso. Y a veces me esfuerzo. Y quiero compartir. Y quiero conocer, consciente de lo que me pierdo. Pero solo es a veces. ¿A qué le tengo miedo?
“Nunca vemos más allá de nuestras certezas, y lo que es más grave todavía, hemos renunciado a conocer a la gente, nos limitamos a conocernos a nosotros mismos sin reconocernos en esos espejos permanentes. (…)
Yo suplico al destino que me dé la oportunidad de ver más allá de mi misma y de conocer a la gente"
Muriel Barbery "La elegancia del erizo"
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