viernes, 26 de julio de 2013

infinita tristeza

Dicen los que lo han vivido que cuando llega es insoportable. Como una bofetada seca. Como una daga que te desgarra, lenta, la garganta. Como un tsunami infinito que te rodea, te envuelve y te arrastra por aguas de tristeza, una tristeza también infinita...
  
Es el dolor de la muerte que no avisa. La que no esperas. La que se adelanta. La que se multiplica por cifras que se nos escapan. Ochenta, ochenta y cinco, cien personas entre la chatarra. Ochenta, ochenta y cinco, cien -dicen que pueden ser más-. Se han quedado entre las vías, a los pies de ese apóstol impasible y embustero.  

No imagino la angustia de las familias. No me imagino sus caras. No imagino las horas de desconcierto, de espera, de incertidumbre y de rabia. La muerte nos roba también las palabras.

No sabes nunca cuando te va a alcanzar el tsunami. Nunca sabrás por qué a ti -o por qué no-. Nunca sabrás que hacer, si dejarte llevar por la fuerza del agua o intentar asiste a una tabla. Si rebelarte y luchar o dejarte a la deriva mientras naufragas en un mar que ya no sientes tuyo.

Nunca se está preparado cuando llega la desgracia. Y cuando llega una como esta, dicen que no se puede hacer nada. Solo encerrarse y llorar. Y llorar. Y llorar. Y esperar a que bajen las aguas, rebuscar entre los escombros para encontrar alguna migaja a la que aferrarse para volver a andar. Aunque nada será igual. Aunque nada será. Más que llorar y llorar. 

Y lloramos todos desde la distancia.


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Y lloraremos todos, pero solo un rato. El tiempo que duran los abrazos falsos, las fotos, los fogonazos. Las visitas de urgencia y las connexiones en directo en el epicentro de la noticia, en las vías de Santiago. Con un duelo impostado que se romperá en pedazos cuando se llegue el momento de repartir las culpas. Y se añadirá dolor al dolor, como en tantos otros casos.  

Luego para ellos volverá a ser obscuro. Luego será otra vez amargo el camino hasta la próxima estación, que difícilmente podrá ser esperanza.





  

2 comentarios:

  1. Es normal que en la distancia solo lloremos un rato, nuestro corazon no podría resistir tanto dolor tantos dias; cuerpos ahogados en las playas, niños con moscas en la cara y nada en la boca, mujeres y hombres masacrados en aatentados, trabajasores perdiendo la casa y apaleados por policías, ancianos engañados por bancos que lo han perdido todo... No podemos amigo. En el momento pasa estamos con las victimas, familiares, engañados, desahuciados. Luego se olvidan sin quererlo a la espera de que nos caiga mas mierda encima.

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    1. Sé que es inevitable que nuestra consternación sea momentánea. No podríamos vivir de otra manera. Pero quería recordar que cuando los focos no estén, cuando ya no haya visitas oficiales ni connexiones en directo, el dolor sigue para quienes han sufrido el accidente o han perdido un familiar. Y seguirá por mucho tiempo.

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