lunes, 29 de abril de 2013

cómplices y culpables


Somos cómplices de asesinato. Aunque no lo sepamos o no queramos saberlo. Aunque prefiramos cerrar los ojos, no ser conscientes e ignorarlo. Y no pensar. Pero somos cómplices indirectos de asesinato -no sé si involuntarios-...

Somos el último eslabón de una rueda macabra. Injusta, cruel e inhumana. Una rueda que acaba de provocar más de 1.000 muertos en el derrumbamiento de un edificio de fábricas. Ha sido en Bangladesh, como podía haber ocurrido en Filipinas, Haití, Corea, Tailandia, Taiwan, Sri Lanka o Indonesia… en cualquiera de los 70 países y regiones que tienen ZPE (Zonas de Procesamiento de Exportaciones). Allí se fabrica la ropa y los productos que luego nosotros, los europeos, compramos bien baratos -gracias a sus sueldos de esclavos-.

No es nuevo. Ya lo denunció Naomi Klein en “No Logo” hace casi 15 años. Los abusos de un sistema perverso: las grandes marcas ya no fabrican, solo aportan imagen y valor a lo que otros producen. Trasladan sus talleres desde occidente a los lugares más explotados del planeta. Y para no aparecer en primera línea, para no ver perjudicada su imagen, para lavarse las manos, utilizan contratistas que actúan de intermediarios. 


Como ese desalmado de David Mayor, empresario español a quien la policía india busca como uno de los propietarios de la fábrica de Bangladesh que al colapsar ha provocado más de 1.000 muertos. Cosían, entre otras, para empresas españolas. El Corte Inglés por ejemplo. Y no. No ha sido un accidente. No ha sido un terremoto. No es una catástrofe natural inevitable. Es una negligencia. Por no querer solventar las deficiencias estructurales del edificio. Las grietas. Las brechas. Es un asesinato.


Es un asesinato del que nosotros participamos. Como quien compra las joyas a quien las roba. Como el que compra en dudosos rastros de segunda mano. Sospechamos, pero es más cómodo mirar para otro lado. Y seguir comprando barato -o con un coste muy caro, para quien no tiene derechos y no tiene apenas salario-. 

Sé que es difícil hacer un llamamiento a la conciencia ahora que impera la dictadura del bolsillo y de la cartera -sobre todo a quien no tiene trabajo y a quien no lo encuentra-. 

Más difícil es apelar a la conciencia cuando no la exhiben ni aquellos que presumen de buenos cristianos. Algunos que también tienen muertos en sus espaldas -o en el subsuelo-. Que sonríen y callan ante otro tipo de 'accidentes' que por poco obviamos. En ese caso nosotros también somos cómplices. Por silenciarlo. Y por casi olvidarlos.


Algunas frases de Naomi Klein de "No Logo" sobre como funcionan las Zonas de Procesamiento de Exportaciones. Lectura imprescindible. 

“Las fábricas están construidas con materiales baratos y se hallan en un suelo alquilado, no comprado (…) los talleres sin ventanas, hechos de plástico barato y paredes de aluminio, se apretujan unos contra otros apenas separados entre sí (…) En Filipinas cierran con llave las letrinas excepto durante los dos descansos de quince minutos. Las costureras a veces se ven obligadas a orinar en bolsas de plástico, bajo las máquinas. Está prohibido hablar y a veces también sonreír”
“La condición de los trabajadores tiene una sorprendente similitud: la jornada laboral es larga: hasta 14 horas en Sri Lanka (…) En China hay casos documentados de turnos de tres días, durante ellos los obreros se ven obligados a dormir bajo las máquinas (…) en Honduras se dice que a veces los directivos inyectan anfetaminas a los obreros para hacerlos trabajar durante 48 horas"
“Globalización con riesgo cero. Las empresas se limitan a remitirles las telas o los componentes de ordenador -sin pagar impuestos a la importación-, y la mano de obra barata, se encarga del montaje. Luego las prendas o los ordenadores terminados se sacan del país sin pagar impuestos a la exportación"
"Hay 70 países que compiten por las zonas de procesamiento de las exportaciones, los incentivos de los Gobiernos para atraer a los inversores aumentan, y los salarios y las condiciones laborales son rehenes de las amenazas de las empresas de marcharse a otros sitios”

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