jueves, 21 de marzo de 2013

mejor no pensar

Todo pasa deprisa. Demasiado deprisa. En nuestro trabajo, en nuestro ocio y en nuestra vida. A una velocidad de vértigo, que además, va in crescendo, como una espiral sin fondo, pero con un final muy concreto. Y a cada paso, un segundo, y a cada segundo, un paso. Y cuando cierras los ojos, ya te has quedado rezagado...

El ritmo de la modernidad nos invita a no pensar, a no sentir, a no expresar. A recibir más información de la que somos capaces de procesar. Por el exceso de datos y la falta de tiempo. Se impone lo breve, lo banal y lo anecdótico. Twitter es un buen ejemplo. Hoy cumple siete años con buena salud y millones de usuarios.

Twitter no deja de ser la evolución natural de lo que se impuso hace ya unos años en los otros medios. En la radio los cortes de voz de más de 20 segundos son eternos. En la televisión 10’ son demasiados. Y en los periódicos cada vez se reducen más los textos. Ahora twitter lo constriñe todo a 140 caracteres. A la inmediatez, aunque no sea lo más correcto, y a la necesidad continua de que prime el ingenio. A mí me sabe a poco. En 140 caracteres no cabe todo lo que pienso. Ni lo que siento.

Soy usuario de Twitter, es cierto. Me costó decidirme a dar el paso, pero ahora lo tengo muy presente a diario. Y le reconozco sus virtudes: nos interrelaciona, nos iguala, democratiza los usuarios, nos permite hacernos notar y expresarnos (y si hace falta quejarnos!), nos conecta con mundos lejanos, nos divierte, nos entretiene, nos informa sin necesidad de ir a buscar los datos… Pero nos avasalla con tantos mensajes que no nos deja analizarlos. Nos quedamos solo en el envoltorio. En lo accesorio. Cuantas veces nos llega tuit con un enlace y no lo abrimos o no lo leemos. 

Y es curioso. Leemos más que nunca, pero pensamos menos. Si piensas, corres el riesgo de que te pierdas el nuevo gorgojeo. Y como no alcanzamos a abarcarlo todo, nos basta con un leve comentario (qué fuerte!, qué vergüenza!, vaya escándalo!...) Y al segundo, lo olvidamos.

Twitter, además, me genera ansiedad. Esa necesidad de estar informado al momento, la necesidad de estar ‘on’, de estar presente, de moverme en la telaraña y de no perderme. No deja de ser una paradoja que el símbolo de esta red sea el del canto de un pájaro. Nada más tranquilo. Nada más pausado. 






"... y no pensar, tan solo quiero no pensar..."


Fito&Fitipaldis "Que me arrastre el viento"
(Antes de que cuente diez)





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