lunes, 31 de diciembre de 2012

y para el 2013 qué?, ¿suerte?


Cada cambio de año es lo mismo. Deseos, propósitos y retos -incumplidos luego, claro, pero de momento nos los creemos-. Somos tan ingenuos y tan absurdos que pensamos que el simple hecho de que suenen doce campanadas y nos tomemos doce uvas nos va a cambiar la vida...



Como si esas campanadas tuvieran un componente mágico, en lugar de responder a una convención temporal. Tiene un punto infantil. Esperamos el cambio de año como si por arte de magia nos fuera a hacer mejor personas. 

Le pedimos al Nuevo Año salud, dinero y amor (o únicamente trabajo tal y como están las cosas).  Y esperamos que nos cambie la suerte. Pero ¿qué es la suerte? ¿Qué hago yo para tener suerte? La suerte tiene un componente azaroso, pero hay una parte que dependen de cada uno. Lo explica Alex Rovira en su libro “La Buena Suerte”. Que lo que hacemos, influye. Y que si no la buscamos bien, no nos llega la suerte.


Pone los ejemplos de los grandes inventores o los grandes compositores como Mozart o Bach. No tuvieron suerte, se la trabajaron. Porque para legar una docena de composiciones conocidas hicieron más de 1000. Muchas horas de trabajo sin recompensa aparente.

La suerte no siempre está detrás de la primera puerta. Ni de la segunda. Hay que seguir llamando. A pesar de los contratiempos, los problemas y las zancadillas. Encontrar la suerte es una carrera de fondo. O de obstáculos si quieres. Así que para el 2013, ¿pedimos suerte al destino o pedimos fuerzas para intentar cambiar nuestra suerte? 



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